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Programa reúne a familias centroamericanas en EE.UU.

Publicado el 17 de agosto de 2016
por Mundo Hispánico en Mundo Hispánico

Kerin Otero es un joven que se siente muy afortunado. A sus 18 años pudo salir de su Honduras natal, uno de los países más violentos del mundo, viajar legalmente a Estados Unidos y reunirse con su familia, de la cual había pasado separado por años, dijo.

“La ventaja es que aquí tengo un futuro y en nuestro país no lo tenía”, dijo Otero.

Otero es uno de cinco jóvenes centroamericanos que han llegado a Austin, beneficiados por un programa federal que busca que los padres eviten mandar a traer a sus hijos con traficantes de personas, o “coyotes”, y obviar así el peligroso, y muchas veces mortal, viaje en busca del sueño americano.

La iniciativa denominada Central American Minors Refugee / Palole Program (programa de procesamiento de refugiados/permisos para niños menores en Centroamérica, o CAM), también ofrece una oportunidad de reunificación familiar a padres inmigrantes que, debido a su situación migratoria, no podrían aspirar a emigrar legalmente a sus hijos que viven en El Salvador, Guatemala y Honduras.

“Las condiciones en estos tres países hacen que muchos de estos niños no tengan muchas opciones más que venirse y crea una situación en la que los papás están desesperados por traer a sus hijos”, dijo Claudia Carrete, una administradora de casos de Refugee Services of Texas (servicios para refugiados de Texas), una de las organizaciones sin fines de lucro que coordina el programa en el centro de Texas.

El CAM ayuda a los padres inmigrantes que cuenten con una residencia permanente, un Estatus de Protección Temporal (TPS), un estatus de parole, que sean beneficiarios de programas de acción diferida o que tengan una retención de deportación, entre otro.

En el caso de los hijos, el CAM les puede otorgar un estatus migratorio como refugiados, si es que califican, o un permiso de permanencia temporal o parole. La diferencia entre estos es que el primero se da a los jóvenes que puedan comprobar que son víctimas de persecución o que sus vidas corren riesgo en su país de origen, y les permite eventualmente optar por la residencia permanente, después de un año de vivir en el país. Esas ventajas no las proporciona el segundo estatus, según datos delServicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS).

El programa CAM se inició en diciembre de 2014 como respuesta a la oleada sin precedentes de inmigrantes que se registró en la frontera sur del país ese año. Entre octubre de 2013 y septiembre de 2014, al menos 68,445 mujeres y sus hijos, así como niños no acompañados, fueron capturados tratando de ingresar ilegalmente a Estados Unidos, lo que significó un incremento del 361% en relación al año anterior, según datos de la Patrulla Fronteriza.

Muchos de ellos dijeron que habían huido de sus países de origen por temor a la violencia, en su mayor parte ocasionada por las pandillas, según constataron los medios de comunicación en la frontera entre México y Estados Unidos en el verano de 2014, ¡Ahora Sí!entre ellos.

“El gobierno federal creó esta iniciativa para poder ayudar a los niños a tener una ruta más segura para venirse a Estados Unidos”, indicó Carrete.

Sólo en Austin, Refugee Services of Texas procesó 54 solicitudes de padres centroamericanos del área entre marzo de 2015 y junio pasado. De estas, han sido aprobadas cinco, una de ellas la de Otero. Él y otros cuatro jóvenes centroamericanos ya se encuentran en la ciudad. Otros 11 aún están por llegar, dijo Carrete.

A nivel nacional, durante los últimos nueve meses se han recibido 9,500 solicitudes de menores centroamericanos a través del CAM, dijo Alejandro Mayorkas, subsecretario de Seguridad Nacional.

Mayorkas agregó que han sido aprobadas 2,884 solicitudes y que al menos 600 de los solicitantes se encuentran ya en territorio estadounidense.

Programa esperado

Daniel Otero, el padre de Kerin y quien llenó la solicitud a través del CAM, llegó a los Estados Unidos en 1998 y un año después obtuvo un TPS, el cual le permite vivir y trabajar sin temor a la deportación, según datos del Refugee Services of Texas.

El beneficio migratorio es otorgado a ciertos inmigrantes que por diversas razones no pueden regresar a sus países de origen, entre estas por un conflicto armado o un desastre natural. Honduras fue azotada en 1998 por el huracán Mitch, catalogado como uno de los más devastadores en la historia del Atlántico y en enero de 1999 Estados Unidos emitió el primer TPS a los ciudadanos de este país que resultó severamente afectado, según reportes.

Daniel Otero resultó favorecido con la medida, pero no pudo emigrar legalmente a su esposa y sus entonces dos hijos. El TPS, al igual que otros estatus en el país, no otorga beneficios migratorios que son exclusivos de los ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes.

Por varios años, la familia, como millones más en el área, vivió separada, dijo Emilia Bustillo, esposa de Daniel y madre de Kerin.

En 2001, Bustillo ya no pudo más y viajó ilegalmente a Estados Unidos, dejando con sus padres a sus dos hijos mayores en Honduras. No hubo un día en que ella no pensara en ellos, pero sentía que debía reunirse con su esposo, dijo.

Los padres sufrieron por mucho tiempo, dijo Bustillo, y eventualmente lograron emigrar ilegalmente al mayor de sus hijos. No fue un viaje ni fácil ni barato, explicó la madre, pero era lo que decidieron hacer para sacarlo de un país lleno de violencia. Kerin tuvo que quedarse en el país centroamericano.

En Honduras “no es tan fácil porque hay secuestros, no pueden estudiar los hijos de uno, o si uno pone un negocio lo andan persiguiendo para matarlo… no hay trabajo”, recuerda la madre del país que la vio nacer.

El país está catalogado como uno de los más violentos del mundo y fue descrito como una nación donde el “crimen rampante y la impunidad de las violaciones a los derechos humanos siguen siendo la norma”, según un reporte reciente de la organización internacional Human Rights Watch.

Bustillo recuerda haber vivido preocupada por Kerin durante mucho tiempo, dijo. Pensaba que eventualmente podría ser víctima de las pandillas en Tocoa, el pueblo al norte del país en el que vivía. “En cualquier momento, la noticia que hubiéramos tenido es que me lo hubieran matado”.

Pero hace un año, la familia de Kerin escuchó sobre el programa CAM y no dudaron en presentar la solicitud a favor de Kerin.

Luego de 14 meses de entrevistas, exámenes físicos y médicos en Honduras, Kerin aterrizó en el Aeropuerto Internacional Austin-Bergstrom de Austin y, a diferencia de sus padres y su hermano mayor, él llegó con un estatus legal que le permitirá vivir y trabajar sin restricciones, aunque no lo llevará a la residencia permanente.

El estatus de parole le permitirá estar en el país legalmente por 2 años y luego podría renovarlo, explicó Carrete.

“Puedo estudiar, aprender el inglés, trabajar, ayudar a mi familia”, dijo el joven sobre sus aspiraciones en Estados Unidos.

Por su parte, Bustillo, quien desde que llegó a Estados Unidos tuvo otros dos hijos, espera que Kerin pueda adaptarse y prosperar en el país.

“Él, que llega así como llegó, tiene más ventajas. Puede trabajar, estudiar y ayudar a su familia. Se puede preparar, también”.

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