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Entre fondas y carnicerías: Haití en los mercados de San Luis Potosí

Publicado el 1 de junio de 2022
por Saúl Iván Hernández Juárez en OBSERVATORIO DE LEGISLACIÓN Y POLÍTICA MIGRATORIA

El mercado público y el tianguis mexicano son espacios de herencia prehispánica donde, por siglos y entre grandes cantidades de mercancía y marchantas, han confluido diferentes grupos sociales. Como señaló la antropóloga Claudia Gasca: “Estos espacios continuamente se renuevan a través de prácticas de quienes los conforman y que les ha permitido persistir a través del tiempo”.1 Así, el mercado se ha presentado como un espacio-escenario benévolo ante un grupo de personas que buscan cualquier tipo de empleo para subsistir en una tierra extraña y muchas veces hostil. Desde los últimos meses de 2021 se puede ver a las personas migrantes originarias de Haití sirviendo el “menudo”, echando gorditas, preparando el guisado, lavando los platos o tomando la orden de comida en los principales mercados públicos del primer cuadro de la ciudad de San Luis Potosí.

Peregrinar de Haití al Gran Tunal

El 12 de enero de 2010 Haití sufrió uno de los más devastadores terremotos de los que se tenga registro: tuvo un registro en los 7 grados Richter y, según las cifras oficiales, fallecieron alrededor de 31?600 personas y 1.5 millones quedaron sin hogar. Siete años después, el 4 de octubre de 2016, el huracán Matthew —de categoría 4— tocó las costas de la isla dejando de nueva cuenta a más de 900 personas muertas y más de 100?000 afectadas. Además, el país caribeño ha sido considerado por los organismos internacionales como el más pobre del continente americano, con nulos sistemas de salud y con una forma de gobierno que ha sido incapaz de responder a un sinnúmero de desastres naturales, razones por lo cual la seguridad alimentaria y de salud han quedado destruidas. Aunado a lo anterior, después de un intento de golpe de Estado, el presidente Jovene Moïse fue asesinado el 7 de julio de 2021. Así, con un país sumido en la violencia y los desastres naturales, desde 2010 miles de haitianos han migrado a gran escala a la América continental.

Después de haber peregrinado por Brasil, Chile, Colombia, Panamá y algunos países centroamericanos, el paso inevitable para llegar a Estados Unidos es México. A finales de 2020 la frontera sur de nuestro país se nutrió de un gran mosaico cultural: la caravana migrante centroamericana y la diáspora haitiana contribuyeron a este encuentro multicultural al que urgía ayuda humanitaria. Así, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), preparó oficinas consulares de la República de Haití, primero en Palenque, Talismán y Tapachula, Chiapas, para gradualmente ir instalando otras en Tenosique, Tabasco, Ciudad Juárez, Chihuahua, Guadalajara, Jalisco, Saltillo, Coahuila, Monterrey, Nuevo León y Tijuana, en Baja California.2 Parte de las funciones de dichas oficinas ha sido programar vuelos para las personas que deseaban regresar a Haití y, aunque éstas fueron las menos, la ayuda humanitaria también vino en forma de asilo, visas humanitarias y permisos de trabajo temporales. El embajador de Haití en México, Hugues Momplaisir Féquiere, buscó acuerdos para que se pudiera ofrecer empleos a sus coterráneos que no tenían el estatus de refugiados en el Estado de México, Puebla, Querétaro, Hidalgo, Guanajuato, Sonora, Colima y Jalisco.3 Por lo anterior, a la fecha se han sumado alrededor de 260 empresas que contratan personas migrantes de Haití.

 

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